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“Las playas están retrocediendo en el mundo, pero en Chile tenemos costas en equilibrio”

Lunes, 15 Febrero 2016 09:49


Consuelo dunas"Hay poca arena en las playas. En el mundo el mar está erosionando las costas y no está entregando arena. Aún no se sabe muy bien por qué. La tendencia es que las playas están retrocediendo, pero aquí en Chile tenemos una de las pocas costas en equilibrio".

Así es como Consuelo Castro, profesora del Instituto de Geografía de la UC, describe el panorama del que hasta ahora las costas chilenas parecen haber escapado a pesar de marejadas y tsunamis, que dejan la impresión de avanzar sobre la playa. La doctora en Geografía de Costas de la Universidad de Bretaña Occidental, en realidad, tiene una inquietud más urgente: las amenazas que se ciernen sobre las dunas.

Acaba de publicar el libro «Geografía de las Dunas Costeras de Chile». 278 páginas que podrían sintetizarse en «todo lo que quiso saber de las dunas y nunca se atrevió a preguntar». Allí se describe cada una de las dunas chilenas, las amenazas que enfrentan y cómo se pueden conservar. "Pese a lo que puedan creer los chilenos —dice— que cada vez que van a la costa se encuentran una duna, en realidad representan sólo el 5% del total de la costa". 

Hablar con ella es como asistir a la clase de geografía que muchos no tuvieron en el colegio, con mapas especiales y menciones a qué se hacía en otras épocas y explicaciones de la composición de nuestra playas. "La arena del litoral central es amarilla porque tiene granos de cuarzo, que sirve para hacer vidrio y pulir cosas. La arena del sur es negra, porque son alimentadas por el material que traen los ríos desde la zona de volcanes, son ricas en hierro. Es esa arena negra que se pega entre los dedos de los pies y que si uno le pasa un imán los granos se quedan pegados".


—Usted es su libro plantea que las principales amenazas son la minería y los proyectos inmobiliarios.

—Así es. Actualmente, la urbanización de las dunas junto con la extracción de arenas para explotación minera son las peores amenazas. Eso lleva a cambios irreversibles y transformación de la naturaleza intrínseca de las dunas. Otras prácticas, como vehículos todo terreno o botaderos de basuras y escombros pueden ser controlados con planes de manejo.

—Respecto de la parte inmobiliaria, usted muestra casos como San Alfonso del Mar, Algarrobo y El Tabo en los últimos 50 años. Ahí había dunas.

—Los balnearios de hace 60 o 50 años tenían bajo impacto. Eran casas y calles de tierra. Era la mamá reclamando porque los niños metían arena a la casa. Pero después cambió el concepto de ocupación turística. Ahora llegó el resort, el enclave cerrado, que como quiere usar al máximo la superficie existente levanta edificios y construye piscinas; en la práctica, impide el acceso al mar. O simplemente, como en Santo Domingo, hace un campo de golf para aprovechar la topografía.

—También menciona varios efectos, entre otras cosas cambios en la morfología de las dunas.

—Aquí la situación aún está en equilibrio. Las dunas tienen una gran función en un país sísmico como Chile, porque ayudan a amortiguar tsunamis y marejadas. Ese es un tema en el mundo. A veces quedan embarradas, como cuando las playas se quedan sin arena. Ocurrió en Viña del Mar, Tongoy, también en Maitencillo y en Ritoque, pero lo que pasa es que en estas últimas hay más posibilidades de intercambio de arena con las dunas.



Ritoque y los planos

"En el siglo pasado una de las prácticas nefastas más frecuentes era la forestación de dunas con coníferas, creando bosques artificiales. La Conaf, de hecho, tenía una sección dedicada a ese tema, se llamaba el Departamento de Control de Cuencas y Manejo de Dunas, pero ya no. Eso se ha superado", dice antes de entrar en uno de los temas que le producen especial preocupación: el proyecto hotelero en Ritoque, en la V Región.

"Ahí se está fragmentando el ecosistema. En un punto se saca arena, en otro las personas andan en moto y en otro se saca arena como explota‐ ción o la gente anda a caballo y en el otro extremo se hacen edificios. Todo eso hace que la duna se desnaturalice. Las aves dejan de posarse para nidificar o pasar por ahí para sus migraciones. Se afectan los sistemas", dice.

—¿No se supone que en los planos reguladores tienen resguardo?

—Claro, en general figuran como lugares de no construcción. Pero hay resquicios. Se supone que son sólo para uso de bajo impacto. Pero alguien puede pedir un seccional. Se agarra una sección, o sea la duna, y se pide un estudio y permisos. Y ahí viene de nuevo un estudio. Los municipios pueden tener las herramientas para enfrentarlo, pero tienen que decir si se ven el largo plazo o el corto plazo.

—¿Y de tanto abusar con esas cosas qué puede pasar?

—Aunque es un dato de hace unos10 años, el Servicio Geológico de Estados Unidos calculó que todos los años para mantener un kilómetro línea de playa en Nueva Jersey se gastaba un millón de dólares al año. En nuestro caso, todavía tenemos un sistema que se adapta, aunque sea con vicisitudes. Nosotros aún tenemos gratis un mitigador de desastres.

—¿Si se abusa, el mar puede llegar más adentro como en Tongoy?

—Podría pasar. Es perfectamente posible que se repita en Ritoque.


FUENTE: La Segunda