Instituto de Geografía

Geografía UC

Noticias
Categoría: Noticias

Profesora Maria Carman expone en Diálogos con la Geografía

Jueves, 08 Septiembre 2016 16:00


María Carman AltaLa apelación a la cultura como un argumento para la segregación socio-espacial”, fue el nombre de la presentación realizada por la directora del departamento de Antropología, Ciudad y Naturaleza de la UBA, María Carman, en uno de los últimos encuentros denominados Diálogos con la Geografía.

El tema que expuso da cuenta de una investigación realizada por la académica, que tuvo como resultado la publicación del libro “Las trampas de la naturaleza”, referida a las múltiples consecuencias que tiene la idea hegemónica “de que los pobres dañan la naturaleza”. 

Los casos mostrados por Carman se basaron en experiencias ocurridas en Villa Rodrigo Bueno y la llamada Aldea Gay, lugares donde tres concepciones fueron analizadas: “contaminación, pobreza y naturaleza, como conceptos opuestos y excluyentes”.

Carman manifestó que una de las mayores conclusiones de la labor que realizó en estos lugares es que “los pobres son considerados contaminantes cuando más cerca están de sectores privilegiados”. 

En el caso de la Villa Rodrigo Bueno, ubicada al borde sur de una reserva ecológica al lado de Puerto Madero, se pidió su erradicación pese a que llevaba 20 años. “Pasaba desapercibida hasta que el ex director de la reserva publicó una editorial que decía que los habitantes afectaban la biodiversidad”, relató la académica. Pese a que los vecinos interpusieron un recurso de amparo, fueron extraídos del lugar.

Por otro lado, la situación vivida por la llamada Aldea Gay, que se ubicaba detrás de la UBA, registra su origen en la toma de un terreno por parte de una comunidad de cartoneros representantes de la diversidad sexual. “Buscaron expulsarlos para la construcción de un parque de la memoria para recordar a los desaparecidos”, contó Carman, hecho que se concretó. 

Una de las frases que se hizo conocida en ese entonces según la antropóloga fue que “los desaparecidos vulneraban los derechos de los desaparecidos”, es decir, los desaparecidos vivos de la sociedad, en sentido metafórico. 

Era el año 2006 y el gobierno argentino defendía operatorias de desalojo y decía "que habría un logro cultural y ambiental tras erradicar a esta población". Entre los factores de daño al medioambiente que se le atribuía a estas personas, estaba el consumo de animales de la zona, sin embargo en la práctica se trataba de una comunidad organizada que protegía al sector de quienes lanzaban basura o mermaban la limpieza. Una de las tesis que se hizo extensiva en este contexto fue también que “la presencia de ocupantes resta autenticidad al paisaje nativo”.

Carman dio a conocer tres paradigmas que podrían primar frente a casos como este, el orientalista, de protección y el comunarista. Este último “busca analizar la persona competa actuando en el medioambiente, ambos como partes del otro”.

La académica manifestó que la experiencia de esta comunidad tenía con el entorno era intraducible, pero “bajo determinadas coyunturas y los habitantes traducen parte de la vivencia cuando son acusados de dañar la naturaleza”. 

Lo anterior derivó en la expulsión de los habitantes, dado que en palabras de Carman, el gobierno instaló una visión y medidas impensadas para el ciudadano común, pero sí aceptables para estas personas quienes recibieron “un magro subsidio monetario, en un contexto donde el gobierno no quiso fijar precedentes de una organización comunitaria en en un barrio acomodado”. 

El peligro que reside en casos como este para la antropóloga se relaciona con que ciertas medidas que parecen provisorias se vuelven técnicas de gobierno, donde “los sancionados representan el principio de máxima intrusión socialmente aceptable”.

Esto plantea la pregunta ¿Cuál es el grado de tolerancia ante usos ilegítimos de espacios urbanos? ¿Solo villas (campamentos) ubicadas en sectores vulnerables son aceptadas para subsistir?

“Ciertos humanos no adscriben a una condición mínima de humanidad”, sentenció Carman al referirse a cómo personas que parecen llevar la bandera ecologista y que pretenden reivindicar la humanidad de lo animal, “no reparan en la animalidad de lo humano”.

Finalmente, Carman determinó que actualmente, estamos frente a la consolidación de argumentos ambientales en casos de ocupación de espacios urbanos, donde la tarea pendiente para las humanidades puede estar dada por “disputar a las ciencias naturales las explicaciones de la ciencia social”, lo que se suma a un llamado de la teórica Judith Butler, quien señala que “se trata de pelear por que las vidas de estas personas se vuelvan vidas vivibles”.



INFORMACIÓN PERIODÍSTICA

Violeta Bustos, Dirección de Comunicaciones