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¿Cómo han cambiado las religiones en Chile?, es la que pregunta que responde el nuevo libro del profesor Abraham Paulsen “Ciudad y Fe”

Jueves, 16 Septiembre 2021 00:00

libro paulsenCiudad y Fe: Una introducción al estudio de la geografía de las religiones de Santiago de Chile (1541 - 2018)”, es el nuevo libro que nuestro profesor Abraham Paulsen publicó recientemente en Ediciones UC, donde realiza un análisis de la evolución de las religiones metropolitanas chilenas desde una espacialidad unirreligiosa hacia otra plurirreligiosa, y aborda la distribución geográfica de los once credos más relevantes en Chile. Se destaca, además que los templos siguen participando del paisaje urbano y rural chileno, pese a los signos de secularización imperantes.

El texto es un ejemplo latente de los esfuerzos de expansión del campo de estudio de la Geografía, a pesar de que la religión ha sido un tema de estudio desde inicios de la geografía cultural decimonónica, esta se vio interrumpida con el advenimiento del siglo pasado.

El profesor Paulsen precisa que “este trabajo se inserta temáticamente en lo que tradicionalmente se hace en la geografía de las religiones, que es reflexionar acerca de patrones espaciales asociados a lo religioso. Pero a mi juicio más bien se vincula con esta geografía, porque además intenta también mirar tanto al sujeto que practica algún credo como a la ciudad que lo acoge”.

“Desde esta perspectiva, y en la convicción de que la religión es un fenómeno complejo multidimensional, se busca mostrar, por una parte, la importancia que tiene en la cotidianidad de las personas y los resultados de los esfuerzos que realiza una comunidad para levantar un templo que encarna sus utopías, esperanzas y deseos de transformación social”, agrega.

¿Qué hallazgos se pueden extraer de este libro?

Hay una serie de hallazgos en el análisis de lo religioso en las tres principales metrópolis chilenas en general y en Santiago en particular: (1) la transversalidad del catolicismo, una religión que acompaña con su presencia a todos los grupos socioeconómicos urbanos. (2) La presencia evangélica en el mundo de los vulnerables y los estratos medios; la densidad y variedad de manifestaciones del mundo evangélico en los estratos medios bajos y bajos contrasta con la invisibilidad en los sectores de mayores ingresos. (3) La presencia mormona, que si viene cierto no tiene la transversalidad del catolicismo, se levantan templos en casi todas las comunas de los sectores urbanos y con una densidad sorprendente en la zona periférica de la capital de Chile. Por último, un dato que debería reflejarse en el mediano plazo geográficamente, el incremento de los ateos, sin religión y gnósticos, que debería incidir en una secularización del paisaje urbano más al estilo “Estados Unidos” que “Europa”. Pese al triste episodio de incendio de templos en Santiago y en la Araucanía, creo que falta mucho para que veamos templos convertidos en supermercados o en discotecas, como en Europa.

En el último siglo se han creado nuevas religiones y se han internacionalizado otras ¿Cómo esto se ve reflejado en nuestro país y especialmente en Santiago?

Ese fue para mi otro descubrimiento derivado del trabajo de campo. La presencia de congregaciones “heavy metal” de corte carismático evangélico, la existencia de un grupo que sigue los patrones del credo Jedi de la Guerra de las Galaxias, que se juntan semanalmente y están en proceso de creación de su performance. Pero, sobre todo, llaman la atención nuevos cultos carismáticos evangélicos del modelo “evangelio de la prosperidad” que representan grupos internacionales provenientes de Brasil principalmente, que transforman cines, restaurantes, supermercados, en grandes templos orientados a la producción de congregaciones multitudinarias que presencien una especie de culto sustentado en la espectacularidad.

¿De qué manera se han transformado y renovado las religiones en Santiago?

El mundo evangélico se transformó, cuentan con mayores ingresos, otro estándar de vida y demandan comodidades e infraestructura distinta que la que caracterizó al evangelismo de mediados del siglo pasado. A mi juicio, este aspecto incide en donde se localizan los templos y los espacios que demandan. En el mundo católico pasa algo parecido.

¿Qué importancia tienen los templos como lugares físicos de adoración y congregación en las religiones más practicadas en Chile?

Los credos mayoritarios siguen siendo “templocéntricos”, con la excepción de movimientos católicos que operan en lugares de trabajo, universidades y que desagregaron la civilización parroquial. Esto es, la asistencia de los católicos a los templos cercanos a sus casas y la práctica religiosa en función de espiritualidades que funcionan más bien ligadas a los quehaceres cotidianos, vinculando a los individuos con “iguales”. Eso, de algún modo, también ocurre con los evangélicos, pero en el ámbito juvenil. Esta situación debilitó a los templos como lugares de reunión y privó a la sociedad de una instancia de agregación, solidaridad y encuentro que funcionó muy bien durante la dictadura con aquellos que eran perseguidos y que precisaban ayuda. Por otra parte, muchas iglesias evangélicas funcionan en casas, garajes, espacios que nunca hubiésemos imaginado que sirviesen para desarrollar culto. Tal flexibilidad y capacidad de adaptación explica, en gran medida el crecimiento del evangelismo en la década de los 80 y 90 en Chile. 

¿Cuál es el aporte de la Geografía al estudio de la religión desde un punto de vista multidisciplinario?

La geografía puede hacer mucho, ya que siempre hay cuestiones que requieren ser investigadas. Al mundo de la religión hay que seguirlo sin prejuicios por cuanto se trata de una dimensión de lo que somos como seres humanos vital, significativa y apasionante.

 

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Ciudad y Fe: Una introducción al estudio de la geografía de las religiones de Santiago de Chile (1541 - 2018)”, es el nuevo libro que nuestro profesor Abraham Paulsen publicó recientemente en Ediciones UC, donde realiza un análisis de la evolución de las religiones metropolitanas chilenas desde una espacialidad unirreligiosa hacia otra plurirreligiosa, y aborda la distribución geográfica de los once credos más relevantes en Chile. Se destaca, además que los templos siguen participando del paisaje urbano y rural chileno, pese a los signos de secularización imperantes.

 

El texto es un ejemplo latente de los esfuerzos de expansión del campo de estudio de la Geografía, a pesar de que la religión ha sido un tema de estudio desde inicios de la geografía cultural decimonónica, esta se vio interrumpida con el advenimiento del siglo pasado.

 

El profesor Paulsen precisa que “este trabajo se inserta temáticamente en lo que tradicionalmente se hace en la geografía de las religiones, que es reflexionar acerca de patrones espaciales asociados a lo religioso. Pero a mi juicio más bien se vincula con esta geografía, porque además intenta también mirar tanto al sujeto que practica algún credo como a la ciudad que lo acoge”.

 

“Desde esta perspectiva, y en la convicción de que la religión es un fenómeno complejo multidimensional, se busca mostrar, por una parte, la importancia que tiene en la cotidianidad de las personas y los resultados de los esfuerzos que realiza una comunidad para levantar un templo que encarna sus utopías, esperanzas y deseos de transformación social”, agrega.

 

 

¿Qué hallazgos se pueden extraer de este libro?

Hay una serie de hallazgos en el análisis de lo religioso en las tres principales metrópolis chilenas en general y en Santiago en particular: (1) la transversalidad del catolicismo, una religión que acompaña con su presencia a todos los grupos socioeconómicos urbanos. (2) La presencia evangélica en el mundo de los vulnerables y los estratos medios; la densidad y variedad de manifestaciones del mundo evangélico en los estratos medios bajos y bajos contrasta con la invisibilidad en los sectores de mayores ingresos. (3) La presencia mormona, que si viene cierto no tiene la transversalidad del catolicismo, se levantan templos en casi todas las comunas de los sectores urbanos y con una densidad sorprendente en la zona periférica de la capital de Chile. Por último, un dato que debería reflejarse en el mediano plazo geográficamente, el incremento de los ateos, sin religión y gnósticos, que debería incidir en una secularización del paisaje urbano más al estilo “Estados Unidos” que “Europa”. Pese al triste episodio de incendio de templos en Santiago y en la Araucanía, creo que falta mucho para que veamos templos convertidos en supermercados o en discotecas, como en Europa.

 

En el último siglo se han creado nuevas religiones y se han internacionalizado otras ¿Cómo esto se ve reflejado en nuestro país y especialmente en Santiago?

 

Ese fue para mi otro descubrimiento derivado del trabajo de campo. La presencia de congregaciones “heavy metal” de corte carismático evangélico, la existencia de un grupo que sigue los patrones del credo Jedi de la Guerra de las Galaxias, que se juntan semanalmente y están en proceso de creación de su performance. Pero, sobre todo, llaman la atención nuevos cultos carismáticos evangélicos del modelo “evangelio de la prosperidad” que representan grupos internacionales provenientes de Brasil principalmente, que transforman cines, restaurantes, supermercados, en grandes templos orientados a la producción de congregaciones multitudinarias que presencien una especie de culto sustentado en la espectacularidad.

 

¿De qué manera se han transformado y renovado las religiones en Santiago?

El mundo evangélico se transformó, cuentan con mayores ingresos, otro estándar de vida y demandan comodidades e infraestructura distinta que la que caracterizó al evangelismo de mediados del siglo pasado. A mi juicio, este aspecto incide en donde se localizan los templos y los espacios que demandan. En el mundo católico pasa algo parecido.

 

¿Qué importancia tienen los templos como lugares físicos de adoración y congregación en las religiones más practicadas en Chile?

Los credos mayoritarios siguen siendo “templocéntricos”, con la excepción de movimientos católicos que operan en lugares de trabajo, universidades y que desagregaron la civilización parroquial. Esto es, la asistencia de los católicos a los templos cercanos a sus casas y la práctica religiosa en función de espiritualidades que funcionan más bien ligadas a los quehaceres cotidianos, vinculando a los individuos con “iguales”. Eso, de algún modo, también ocurre con los evangélicos, pero en el ámbito juvenil. Esta situación debilitó a los templos como lugares de reunión y privó a la sociedad de una instancia de agregación, solidaridad y encuentro que funcionó muy bien durante la dictadura con aquellos que eran perseguidos y que precisaban ayuda. Por otra parte, muchas iglesias evangélicas funcionan en casas, garajes, espacios que nunca hubiésemos imaginado que sirviesen para desarrollar culto. Tal flexibilidad y capacidad de adaptación explica, en gran medida el crecimiento del evangelismo en la década de los 80 y 90 en Chile. 

 

 

¿Cuál es el aporte de la Geografía al estudio de la religión desde un punto de vista multidisciplinario?

La geografía puede hacer mucho, ya que siempre hay cuestiones que requieren ser investigadas. Al mundo de la religión hay que seguirlo sin prejuicios por cuanto se trata de una dimensión de lo que somos como seres humanos vital, significativa y apasionante.